El telón se abre otra vez
Llegaron los 90´s y el cine prometía volver a ser una industria redituable apuntándole a las taquillas (agradezcamos eso al factor de la globalización que desarrollo una mercadotecnia más elaborada).
El cuerpo directivo Disney decidió renovar el área de animación, sabiendo que al final de cuentas lo suyo era contar los billetes, tuvo el acertado lineamiento de dejar tomar al equipo creativo la decisión de cómo renacer el estilo.
La planta de animadores había volcado su atención a un mercado con resultados más prontos que apuntaba a estándares comerciales menos riesgosos y menos exigentes en cuestiones artísticas para ese entonces: Las series animadas de televisión abierta ( Patoaventuras, Los Rescatadores, Los Osos Gumi, etc).
Mientras, por ahí había un chico geek Californiano llamado John Lasseter que exploraba con la tecnología de las computadoras y unas cosas llamadas CGI pero sólo lograba hacer que todo se viera como hecho de plástico.
El Renacimiento
El estilo solemne de Cuento de Hadas de Disney se había debilitado en su impacto emocional para un público que navegaba entre el nihilismo y el ansia por lo nuevo, era un género que quizá involuntariamente se presentaba casi en tono fársico, el sentido y ritmo de las viejas historias del Hollywood de la Edad de oro era muy lento. Disney volteó a la mirada a un estilo que en los 70’s-80’s exploró la irreverencia hacia los canones y al mismo tiempo buscaba una nueva manera de entenderlos: El Musical.
La ventaja del musical ha sido la oportunidad de crear ambientes y mover argumentos a diferentes velocidades, -más el factor intrínseco de hacer a la gente mover los pies, eso le asegura dinero en taquilla a cualquiera según el lenguaje de los productores-. Para cada película se buscó una “identidad sensorial” compuesta de una propuesta musical y visual, con elementos que no exactamente fueran los de las regiones en las que historias se desarrollaban sino que lucieran y sonaran “como” éstas. La casa del ratón se animó a explorar regiones que fueran más allá de Norteamérica y los parajes europeos, la eficiencia de su fórmula se basó en su objetivo sencillo: hacer algo interesante de ver y oír.
La música de Alan Menken y las letras de Howard Ashman (creadores del musical Little shop of horror) fueron los primeros en rehacer la fórmula narrativa-musical de Disney con La Sirenita y La Bella y la Bestia, de ahí siguieron Elton Jhon y Tim Rice con Aladdin y El Rey León ( éste último escribió la letras de los musicales de Evita y Jesucristo Superestrella). Definieron aa formula de las 5 canciones: 1) El prologo que se repita al final, 2) La canción del YO quiero en la que el personaje principal explica el motivo de casi toda la historia,3) La canción del villano, 4) La canción del personaje cómico y 5) La canción de amor . Posteriormente, vendría Stephen Schwart con El Jorobado de Notre Dame y Pocahontas (quien escribió las letras para El Príncipe de Egipto y el musical Wicked ), David Zippel con Hercules y Mulan, y para sorpresa de muchos Phil Collins con Tarzan utilizando rock pop para darle un sentido más ágil y moderno a la historia del hombre mono, mientras que las demás producciones se apegaron al estilo del ambiente de sus personajes; obviamente dejando lugar para la versión pop del tema principal.

Lebo M, compositor africano colaboró en la música del Rey León, tanto para el filme como para la puesta en escena de Julie Taymor.
Disney expandió el baraje de narrativa visual, siguió concibiendo el marco de la pantalla como un escenario pero se animó a explorar tanto tomas más abiertas como close ups para sus personajes (quizá Pocahontas tiene las tomas más significativas si acaso no las más desarrolladas). Añadió estilos visuales diversos, La Bella y la Bestia debe su tono visual al la pelicula francesa de 1949 de Jean Cocteau, la manera en que Tarzan se mueve a través de los árboles está basado en skate boarding pero al estilo japonés llamado anime. Para Hércules, los animadores se olvidaron un poco del estudio humano rígido y se aventuraran a cuerpos con proporciones alteradas (el cuerpo del personaje Megara está basado en una columna griega).

Tarzan marcó la última película de este periodo, con la llegada de otros Estudios como Dreamworks, Disney tamabaleó su propuesta creativa en favor de formulas mercantiles que la dejarían sin rumbo fijo.
Las películas oficiales de este periodo son:
· The Little Mermaid
· The Beauty and the Beast
· Aladdin
· The Lion King
· Pocahontas
· The Hunchback of Notre Dame
· Hercules
· Mulan
· Tarzan
De ser un departamento a punto de ser clausurado, el área de animación de Disney pasó a ser un foco de fenómenos culturales occidentales de finales del siglo (La Bella y la Bestia y El Rey león en particular), sin embargo, cuando llegó a la gloria, nada los preparó para sobrevivir a lo que ellos mismos habían creado. La Mercantilización Moderna del Público de Animación.
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